La Administración de Seguridad del Transporte de Estados Unidos (TSA) se está preparando para comenzar a realizar inspecciones con drones en aeropuertos y otros centros de transporte para evaluar la seguridad de esas instalaciones, pero antes de hacerlo ha tomado medidas para abordar cualquier preocupación pública de que se recopilen imágenes u otros datos de identificación de personas que se encuentren en áreas bajo vigilancia.
El documento Evaluación del impacto sobre la privacidad de los sistemas de aeronaves no tripuladas de la TSA, publicado a finales del mes pasado, explica en detalle cómo la agencia planea utilizar drones en los aeropuertos y otras terminales de transporte. También se esfuerza en señalar que su uso no implicará la identificación de personas, salvo en circunstancias excepcionales y problemáticas.
La TSA ya ha estado probando activamente su tecnología en aeropuertos de Miami, Los Ángeles y otros lugares de Estados Unidos, aunque hasta ahora eso se ha limitado a la detección, identificación y mitigación de vehículos aéreos no tripulados ilegales, no a la operación de sus propias aeronaves.
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Ahora, la agencia planea volar por su cuenta para realizar auditorías de seguridad en los centros de transporte. La TSA dice que desplegará drones para “actividades específicas que respalden la misión de la agencia de proteger todos los modos de transporte y, según corresponda, para brindar apoyo a otras agencias federales”.
En términos generales, pilotará vehículos aéreos no tripulados con el objetivo de inspeccionar plataformas de transporte individuales e identificar áreas en las que es necesario abordar la entrada no autorizada u otras posibles amenazas a la seguridad mediante medidas correctivas.
Pero, como parte de su informe de abril, la TSA dice que ni los trabajadores que se encuentran cerca de las áreas vigiladas por los drones ni los miembros del público que se encuentren dentro del alcance de la cámara corren el riesgo de ser identificados o de ser invadidos de su privacidad.
Para empezar, dice, normalmente no se grabará un vídeo hasta que un operador detecte un riesgo potencial de seguridad y lo grabe para ayudar a tomar medidas correctivas. Mientras tanto, incluso cuando se ordena a los drones de la TSA que capturen imágenes, las cámaras a bordo no se activarán para acercarse lo suficiente o tomar fotografías con la suficiente definición como para identificar rasgos en los rostros humanos.
La excepción teórica a esa regla, señala el documento, sería si un operador de UAV que realiza inspecciones de infraestructura presenciara a una persona no autorizada violando los perímetros de seguridad o participando de alguna otra manera en una actividad ilegal.
Sin embargo, incluso en aquellos casos en que se activarían todas las capacidades de video para grabar eventos, la TSA señala que cualquier detalle capturado por sus drones «probablemente tendría que combinarse con otra información recopilada durante una investigación, incluida la posible interdicción y aprehensión de un sospechoso para confirmar la identidad del individuo».
La agencia será menos discreta al capturar datos faciales y de otro tipo que puedan usarse para identificar a personas en su trabajo con drones durante “operaciones de aplicación de la ley en eventos especiales y para ayudar con la respuesta a incidentes de transporte como accidentes ferroviarios, derrames de oleoductos o aeronaves derribadas”.
Foto: Olivia-Anne-Snyder/Unsplash
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