Los legisladores republicanos apuntan nuevamente al DJI

Febrero está resultando un mes desagradable en Estados Unidos para el principal fabricante mundial de vehículos aéreos no tripulados y otras tecnologías de consumo. Apenas horas después de que un informe periodístico afirmara que la empresa privada DJI había recibido inversiones de entidades estatales de China, un cuarteto de legisladores estadounidenses presentó proyectos de ley que apuntan a que la empresa y sus drones sean incluidos en más listas negras federales.

Ese impulso está siendo liderado en el Senado por un trío de los miembros más conservadores de la cámara –y conspicuos ante los medios de comunicación–, Marco Rubio (republicano por Florida), Rick Scott (republicano por Florida) y Tom Cotton (republicano por Arkansas). La “Ley para contrarrestar los drones del PCCh” que presentaron el jueves insiste en que DJI y sus UAV se agreguen a la Lista de empresas y productos prohibidos de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC). Mientras tanto, la congresista igualmente conservadora (y conspicua) Elise Sefanik (republicana por Nueva York) presentó una legislación complementaria en la Cámara de Representantes de Estados Unidos que busca el mismo objetivo de inclusión en la lista negra.

La iniciativa surge tras el llamado muy público que hizo en octubre el comisionado republicano de mayor rango de la FCC para incluir a DJI y sus drones en la lista negra de la agencia. Brendan Carr, quien fue designado por el expresidente Donald Trump, ha sido uno de los principales defensores de la lucha contra lo que él llama amenazas a la seguridad planteadas por empresas chinas como Huawei. Asimismo, instó a la FCC a agregar a la firma tecnológica de Shenzhen a su lista negra, como lo han hecho otras agencias federales.

En diciembre, DJI fue una de las ocho empresas chinas incluidas en una lista prohibida por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos de supuestas “empresas del complejo militar-industrial chino”. Eso ocurrió casi un año después de que el principal fabricante de drones del mundo fuera incluido en la Lista de Entidades del Departamento de Comercio, que prohíbe a las empresas que operan en Estados Unidos exportar tecnología o invertir en las organizaciones citadas.

Dada su proximidad política e ideológica con Carr, no sorprende que los cuatro legisladores estadounidenses involucrados hayan tomado la posta en la persecución de DJI, especialmente en medio de un deterioro constante de las relaciones con China. También es menos sorprendente que, al emitir su iniciativa conjunta, los aliados del Partido Republicano repitieran denuncias anteriores de políticos y cabilderos de la industria estadounidense de drones.

Entre ellas, acusan a DJI de colaborar con la vigilancia gubernamental de China, y algunos detractores van más allá y afirman que los drones de la empresa se han utilizado en la represión de los uigures musulmanes en la provincia de Xinjiang. También se hicieron eco de las advertencias de que los UAV representan amenazas a la seguridad de los datos para el gobierno, las empresas y los usuarios privados, y Stefanik reiteró, casi palabra por palabra, la acusación frecuentemente citada por Carr de que la empresa es una «versión aérea de Huawei».

“Los drones DJI representan una amenaza para la seguridad nacional de Huawei, pero con alas”, dijo Stefanik, sin vincular el término con la inspiradora ocurrencia de Carr.

La única nueva incorporación a la larga lista de acusaciones provino de Scott, quien se dio cuenta de que El Correo de Washington informe publicado el mismo día afirmando que la empresa había recibido financiación estatal, una afirmación que DJI negó rápidamente.

“La China comunista financia tecnología, como los drones fabricados por DJI, para espiar a los estadounidenses y robar sus datos”, dijo Scott, omitiendo de manera similar un enlace a la única fuente de su afirmación.

La opinión de DroneDJ

Aunque los cuatro legisladores están unidos en su posición común a la derecha del Partido Republicano (una unidad que probablemente le permitirá a Stefanik perdonar a Rubio por escribir mal su nombre en el comunicado), no es imposible que incluso republicanos más centristas, e incluso algunos demócratas, se adhieran a su campaña de lista negra. Tal es la fuerza de los vientos anti-China que soplan en Washington estos días.

Aunque pocas personas, si es que hay alguien, dudan de las actividades y la determinación de Pekín de subvertir o reprimir abiertamente las libertades de sus propios ciudadanos –y de utilizar la tecnología y otros medios para invadir la privacidad de personas y empresas de todo el mundo–, la alarmante variedad de acusaciones que han surgido desde Washington contra DJI y sus drones casi no han logrado aportar ninguna prueba real que las respalde. Mientras tanto, algunos ejemplos de oídas que tratan de corroborarlas no han dado mejores resultados y, en algunos casos, han sido directamente risibles (véase la afirmación de Carr de que algunos datos, como “la temperatura corporal y la frecuencia cardíaca de un individuo”, figuraban entre lo que, según él, un funcionario del Pentágono le dijo que era información recopilada en Estados Unidos que se “envía de vuelta a China desde los drones de DJI”).

Mientras tanto, la compañía ha señalado repetidamente que su tecnología de a bordo, que hasta el momento no monitorea el ritmo cardíaco, signos de fiebre o evidencia de un aumento de peso poco favorecedor, está diseñada para que los usuarios puedan evitar que cualquier otra persona (incluido DJI) acceda a ella, confundiendo la teoría de que las naves se utilizan como filtradores automáticos de datos para Beijing.

A pesar de ello –y dadas las posibles consecuencias–, los funcionarios estadounidenses han optado por medidas punitivas preventivas en lugar de los principios habituales de “inocente hasta que se demuestre lo contrario”. Esto puede ser comprensible en el trato con China, pero también puede significar reclamar a un DJI inocente como daño colateral en una batalla que está lejos de terminar y que cada vez se está ampliando más.

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